Un guerrero acepta la derrota; no la trata como algo indiferente, ni intenta transformarla en victoria.
Un guerrero se amarga con el dolor de la pérdida; sufre con la indiferencia y se desespera con la soledad, pero después de que pasa todo eso, lame sus heridas y recomienza todo otra vez.
Un guerrero sabe que una guerra está compuesta por muchas batallas y que las tragedias ocurren; sin embargo, sigue adelante, mantiene los pies en el suelo pero la cabeza en el cielo.
Ante el mal tiempo, nosotros podemos descubrir la razón o culpar a otras personas por nuestra desgracia e imaginar lo diferente que habría sido nuestra vida sin ninguna de ellas. Si decidimos ser un guerrero, nada de eso tiene importancia: las cosas ya pasaron y listo. Olvidemos el miedo, iniciemos la reconstrucción.
Adaptado de la Quinta Montaña, Paulo Coelho.
(Dedicado a esa persona que peleó la peor de las guerras y, aunque triunfó en muchas batallas, no pudo superar al enemigo final en el campo más evitado y temido del universo; luchó contra sí mismo en su interior)
(Dedicado a esa persona que peleó la peor de las guerras y, aunque triunfó en muchas batallas, no pudo superar al enemigo final en el campo más evitado y temido del universo; luchó contra sí mismo en su interior)