Con el tiempo aprendes a manejar tus distintos yos. Ya no intentas el eliminarlos a todos de raíz, sino el brindarles un espacio y tiempo específicos a cada uno. Un lugar singular donde puedan ser quienes realmente son, lejos de frustraciones e intentos de aniquilación. A estas alturas podemos decir que ya los tenemos controlados -como todas las cosas buenas y malas, no se les elimina sino se procura ejercer un poder de dominio sobre ellas-, a pesar de que aún sea difícil mantenerlos a todos en armonía y en convivencia pacífica. Sin embargo, existe un amplio respeto entre ellos, basado en dos principios importantes común denominador a cada uno: las personas a quienes quieren (interminable lista en mayor y superior intensidad) y el sentido de la vida (ser y estar). Y son esas similitudes las que hoy nos permiten afirmar que nos sentimos súper aliviados, extensamente reconfortados y en un inmenso placer con nosotros mismos.